En el principio sólo había curiosidad
Recuerdo cómo si fuera ayer (que veinte años no es nada) cuando escribí mi primer “Hello World” en BASIC con mi calculadora Casio 9850GB con 32k de memoria. La emoción, la sensación de lograr que una máquina siguiera una instrucción que yo le había dado. No estaba pensando en el sueldo, ni las features o el siguiente sprint. Era pura y simplemente curiosidad y asombro por crear algo de la nada. Esa chispa inicial, ese momento de mágia, es algo que todos los que nos dedicamos a esa profesión deberíamos intentar mantener vivo.
Más allá de la profesión
Si hace un tiempo que estás trabajando profesionalmente, seguro que te pasa o te ha pasado que caigas en la rutina: sprints, fechas límites, requerimientos de clientes… pueden hacer que perdamos de vista lo que nos atrajo inicialmente a esta profesión. ¿Has mirado el código y sentido que ya no es emocionante, que se ha convertido en una rutina? Si es así, dejame decirte algo: aún podés recuperar la magia. Es acá donde los proyectos personales se vuelven invaluables.
Cuando programamos por placer, suceden cosas extraordinarias:
- La creatividad fluye libremente sin las restricciones de los requisitos comerciales
- Experimentamos con nuevas tecnologías sin miedo al fracaso
- Recuperamos esa sensación de asombro que nos motivó a empezar
- Desarrollamos habilidades que van más allá de nuestro puesto actual
Volver a programar por el simple hecho de disfrutarlo puede transformar no solo
tu relación con el código, sino con vos mismo. Un tip importante (que me
tengo que recordar más a menudo): no te juzgues. ¿Código feo? ¿Commits sin
formato? ¿Hay mil proyectos iguales? ¿Qué importa?
Así como un artista pinta o
un escritor escribe por el puro placer de crear, los programadores podemos encontrar
una profunda satisfacción en el acto de codear. Cada línea de código es una
oportunidad de expresión y el resultado… un pequeño orgullo: “yo hice eso”.
No todo tiene que ser un proyecto ambicioso. A veces, programar por placer significa crear pequeños scripts para automatizar tareas cotidianas, experimentar con un nuevo lenguaje de programación, o simplemente resolver acertijos de programación por diversión.
Más que una profesión
La programación es más que una profesión; es un arte, una forma de pensamiento y una pasión. Cuando programamos por placer, no solo mejoramos nuestras habilidades técnicas, sino que mantenemos viva la llama que nos llevó a elegir este camino en primer lugar.
Para aquellos que han perdido esta conexión con la programación, los animo a recuperarla. Dediquen tiempo a proyectos personales, experimenten con nuevas tecnologías, llenen su GitHub/Gitlab/Gitea de proyectos inconclusos… La recompensa va mucho más allá del código: es el redescubrimiento de la alegría de crear.